ISSN: 2773-7489
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Fecha de aceptación: diciembre 2023
Revista Nexos Científicos
julio- diciembre 2023 pp. 55-66
Volumen 7, Número 2
Fecha de recepción: diciembre 2023
1. INTRODUCCIÓN
En UF, la evaluación del desempeño es
considerada un pilar fundamental para la
promoción de la búsqueda constante de la
excelencia y la calidad educativa. Desde esta
perspectiva integral, se lleva a cabo la
elaboración y revisión de los instrumentos
evaluativos, con la finalidad de enriquecer y
perfeccionar las prácticas educativas. En
correspondencia, se establecen los
cronogramas de evaluación del personal
académico a partir de tres indicadores
principales: Docencia, Investigación y
Gestión, de acuerdo con las disposiciones
establecidas en el Reglamento de Evaluación
Integral al Desempeño del Personal
Académico.
Fundamentos de la evaluación docente
La evaluación docente es una cuestión de
mucha trascendencia para la Educación
Superior pues, como se señala en el modelo
de evaluación del Consejo de Aseguramiento
de la Calidad de la Educación Superior
(CACES, 2021, p.8), los docentes son el
recurso más importante con el que cuentan
las Instituciones de Educación Superior y su
labor es decisiva para el exitoso desarrollo de
la docencia, la investigación y la vinculación
con la sociedad.
Derivado de ello, la evaluación docente y las
acciones que se han de derivar de sus
resultados, se convierte en un área clave para
el avance de las IES hacia el cumplimiento de
su misión y el logro de su visión. Al respecto,
Cámara, Bocardo, Galindo, García y Sánchez
(2018, p.6), precisan que la evaluación tiene
como objetivos:
Aportar evidencias que faciliten y ayuden a la
mejora de la enseñanza, contribuir a que los
alumnos reciban una mejor educación, y
apoyar a las instituciones de educación
superior a cumplir los compromisos que
tienen con la sociedad de formar profesionales
capaces de dar respuestas a las demandas y
problemas propios de su campo.
En ese contexto, la evaluación no se ha de
circunscribir únicamente a un acto
administrativo, al cumplimento de ciertas
exigencias, en ocasiones asociadas a la
recopilación de evidencias de su realización. Se
trata de un proceso de un mayor alcance e
implicaciones que, según Alvarado (2022)
“significa evaluar el nivel de cumplimiento de
las funciones y la calidad de estas concretizadas
en los logros obtenidos”, que en el contexto de
la educación superior, constituye un proceso
multifacético y esencial que busca garantizar la
calidad de la enseñanza y el aprendizaje en las
instituciones académicas. Este proceso implica
una revisión y valoración exhaustiva de las
actividades, habilidades y competencias de los
profesores universitarios con el objetivo de
mejorar su rendimiento y, en última instancia, la
calidad de la educación superior que ofrecen.
A su vez, Ferrer, Pérez y Fernández (2019, p.2)
resaltan que la evaluación “permite definir el
grado en que los profesores contribuyen al logro
de los estándares y objetivos de la institución”,
subrayando que “la evaluación del desempeño
del profesor universitario debe ser un proceso
sistemático y periódico de medida objetiva del
nivel de eficacia y eficiencia de un profesor en
su trabajo, facilitando información sobre las
acciones necesarias para su desarrollo
profesional y personal, así como para aumentar
su aporte futuro”.
En línea con lo antes expuesto, se aplican
diferentes modelos, tipos, mecanismos y formas
para la evaluación del profesorado en la
educación superior, que intentan dar respuesta a
la diversidad de contextos, agentes
participantes, transformaciones políticas,
sociales, tecnológicas e institucionales que
intervienen en este complejo proceso,
planteando nuevos retos para su comprensión,
diseño y materialización en la práctica.